Lo que sucede en este caso, como con cualquier tecnología energética, hay un proceso de incorporación de dicha tecnología en el mercado local que, dependiendo del grado de inserción de dicha tecnología y de sus perspectivas futuras, impulsa a las inversiones en fabricación local. Por supuesto ese proceso puede verse fuertemente acelerado por certezas que puedan brindar las condiciones políticas y económicas. El gobierno es un actor fundamental en tales casos. De lo contrario, será una cuestión que quedará a merced de los vaivenes del mercado. Pero no hay demasiado misterio en esto.
Ahora, el desarrollo eólico para generación eléctrica en la Argentina comienza a mediados de los 90 y ha sido hasta ahora un desarrollo flaco, yo lo calificaría escuálido. Unas pocas decenas de molinos no impulsan a instalar fabricantes locales o a radicarse a otros.
En un contexto global donde la energía eólica en la fuente energética más dinámica, crece a tasas anuales que rondan el 30%, la fabricación de equipamientos y la generación de empleos se multiplican allí donde el mercado eólico se va consolidando. Argentina, por diversas razones, está rezagada aún en el contexto de América latina.
Aún así, existen varias iniciativas de fabricación local de equipamientos, motorizadas básicamente por la fuerza propia de la industria eólica y su avance imparable. La más importante es la llevada adelante por la empresa IMPSA (Mendoza) que ha desarrollado aerogeneradores que ya están haciendo su camino en diversos proyectos. Aunque este ejemplo muestra a las claras lo dicho anteriormente, su principal planta de fabricación está ubicada en Brasil, dado el desarrollo de ese mercado.
Dicho lo anterior, es ridículo exigir “fabricación local” cuando lo que se instala son unos pocos molinos al año. Es como pretender que se fabriquen televisores si no hubiese un mercado que demande televisores.
Pero el “error” o “equívoco” encierra una patraña, una perversidad.
Mientras se instala como un “problema” y una “carencia” de las renovables que no se fabriquen equipos locales, nada dicen los mismo portavoces de esa demanda acerca de que NADA se fabrica nacionalmente en materia de plantas térmicas (gas, petróleo y carbón) y plantas nucleares.
Todas las plantas térmicas que el Gobierno Nacional está construyendo poseen generadores importados, a pesar de que se trata de una tecnología convencional, ¿por qué no se alzan voces hablando de esa carencia? La planta de carbón que se está instalando en Río Turbio posee generadores europeos y calderas chinas, ¿allí no hay reclamos?.
Entonces, cuidado, algunos reclamos que parecen bien intencionados, e incluso muchos lo son, encierran la patraña de hacer competir desigualmente a las renovables con los combustibles fósiles, incrementando las muchas desigualdades que en diferentes campos deben enfrentar.
La “exigencia” de fabricación local no debe convertirse en una barrera para el desarrollo local de las energías renovables. La integración de la industria local debe ser progresiva y acorde a las exigencias que las otras fuentes energéticas deban cumplir, de otro modo, es un impedimento disfrazado de “defensa de la industria nacional”, y es crear en el público una falsa imagen de las renovables.  
Juan Carlos Villalonga